Las altas horas de la noche me han vuelto a sorprender con
pluma en mano y un par de hojas, aquí estoy, entre cuatro paredes que me
cobijan del frío de la temporada. Mis ojos, fatigados por insomnio, hacen un
pequeño esfuerzo por estar abiertos para que pueda concluir esta página de mi
vida, pues cada día siempre es un nuevo concepto.
Por hoy he decidido cerrar capítulo por capítulo, estoy consciente
que no será nada fácil pues tendré que traer a mi mente aquello donde no pude
dar siempre pasos firmes, aquello que deje inconcluso, aquello que quise tanto y
que por miedo a perderlo lo deje ir antes de su fecha de caducidad.
Ha llegado el momento de enfrentar el pasado, para luego
tratar de dar un paso hacia delante. Y para ello comencé por recapitular mi
vida y entre tantas hojas me di cuenta que en algún momento conocí el “poder de
un abrazo”, donde se dice que más de algún día se necesita de un abrazo y más
de algún abrazo necesita de un día y que cuando ese día llega, la primera señal
era haber aprendido lo confortante que es sentir ese abrazo, y que se necesita
mucho amor, paciencia e inteligencia para poder vivir aunque a veces las cosas
se ven de manera diferente… en ese preciso momento sentí la necesidad de
comerme al mundo pero me di cuenta que aún me faltaba mucho más que eso….
Necesito experimentar el proceso de romper con la inercia y
la rutina de todos los días, disfrutar de las pequeñas cosas, comenzar a darle
la oportunidad a aquello que se lo negué, comenzar por lo nuevo y por lo que me
rodea. No puedo negar que por momentos quisiera cerrar los ojos y no regresar a
la realidad, tan siquiera por un momento y sentir de nuevo su presencia... Sí...
la presencia de ese ser tan maravilloso, y es que porque sus ojos estaban
abiertos, podía ver; porque él era él, yo era yo, nunca hubo limite, solo se
trataba de soñar despiertos. Pero después
de que me recordé de esto, no solo aprendí a cerrar los ojos, aprendí que con
el tiempo las cosas se miran de una forma diferente, ahora cada uno se
encuentra en el lugar que le corresponde, no porque así debería de ser, sino
porque cada uno posee un tiempo.
Así que, descubrí que tengo mucho para aprender, y que no
importa la edad que se tenga; aun estoy a tiempo de cambiar las cosas y ser
feliz.
Las horas van deprisa y aún faltan capítulos por cerrar...
las luces poco a poco se apagan, mientras mil recuerdos del ayer comienzan a
desaparecer ya solo un sueño queda por ver: “el mañana”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario